El segundo día, mientras
matábamos el tiempo con una cerveza local, le preguntamos al camarero, qué podríamos
visitar por la zona. Siempre he considerado que la mejor información que
podemos obtener es la que te proporciona un lugareño, para mi ese es el mejor libro de guías y, además, actualizado.
El camarero nos hizo las
presentaciones con el barquero, que resultó
ser amigo de un amigo suyo, esto es una
constante allá dónde vayas , de tal forma que negociamos el precio 1.000 meticáis
por un día de barco.
El precio parecía más que razonable.
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